domingo, 21 de octubre de 2007

2.1.4 La riqueza cultural de Trujillo

La historia cultural de Trujillo empieza hace aproximadamente 11, 000 años como evolución y desarrollo de importantes procesos culturales originados en la ocupación inicial del territorio por cazadores y recolectores, en el período denominado paijanense, y generó una respuesta creativa de patrones singulares y genuinos a través de diferentes formaciones sociales que se constituyeron como capitales sociopolíticas que dominaron una amplia región e influyeron marcadamente en el territorio andino del norte y centro del país. Después de los primeros asentamientos del hombre paijanense hacia el año 9,000 a.C., los sitios pre-cerámicos de Alto Salaverry hacia el 2,000 a.C.y las primeras formaciones estatales teocráticas con las culturas Cupisnique, Salinar y Gallinazo, se conformaron las sociedades complejas con la cultura Moche (200-850 d.C) y la cultura Chimú (850 – 1,470 d.C), que sintetiza el proceso de desarrollo histórico y urbano de las sociedades andinas de la costa nor-peruana. Este proceso fue interrumpido por la conquista Inca, en cuyo período se desmiembra el imperio manteniéndose la administración de los pueblos del valle a cargo de un cacique local, siendo al poco tiempo esta organización transformada totalmente por la conquista española.

Es así, que gracias a la existencia de la cultura local que favoreció la presencia europea y la fundación de la ciudad de Trujillo en el siglo XVI, se desarrolló más tarde el período colonial que dio lugar a la formación de la zona central de la actual ciudad, que hoy conocemos como Centro Histórico.


Síntesis Histórica
(Tomada del Plan de Desarrollo del Centro Histórico de Trujillo)

A mediados del siglo XVI se habían establecido en la costa y sierra del Perú, una serie de nuevas ciudades ubicadas en los lugares mas favorables de la región, por la existencia de población indígena, su buen abastecimiento de agua y productos alimenticios, su cercanía a asientos mineros, o ante la conveniencia del sitio por razones militares o de comunicación con otras ciudades. Para el caso de Trujillo, la ciudad se funda como “ciudad de descanso y de gobierno” constituyendo un centro administrativo de acuerdo a su ubicación geográfica y atendiendo el entonces muy grave problema de no existir entre San Miguel de Tangarará (Piura) y Jauja otro punto de promoción administrativa o ciudadana en el norte del extenso territorio conquistado.


Es entonces que su fundación responde a una necesidad trascendente a diferencia de otras fundaciones. La ciudad se erigió en el valle de Moche o Santa Catalina, alejada de pantanos, de suelo arenoso, rodeada de tierras fértiles y cerca de Chan Chan, en un lugar en donde existía un pueblo de “indios” –descendientes de los Chimús- capitalizando un territorio acondicionado físico y ambientalmente por sus antecesoras culturas prehispánicas, que generó, como resultado, la continuidad de un proceso de ocupación en el valle, donde sus primeras evidencias datan de 9,000 a.C. El acondicionamiento territorial de las culturas prehispánicas, dentro de un ecosistema natural de mar, humedales, desiertos, valles, lomas y quebradas, logra la transformación del desierto en un valle cultural y cuya evolución nos señala,
posteriormente, la presencia de significativos sitios ceremoniales y centros preurbanos con el florecimiento de las culturas Moche y Chimú. En suma, es posible indicar que especialmente en lo referido a la construcción, al urbanismo y al manejo del territorio, existe una continuidad cultural desde hace 11,000 años. La ciudad fue fundada por el capitán Diego de Almagro a fines de noviembre de 1534. Siguiendo la tradición su trazo fue en damero, teniendo como eje la plaza mayor. Cada cuadra tenía tres solares que iban de calle a calle. El 5 de marzo de 1535 Francisco Pizarro confirmó la fundación e hizo repartimiento de indios entre los vecinos. Este sistema llamado también de “Encomiendas” permitió a los vecinos españoles usufructuar la mano de obra indígena en la construcción de las viviendas. La religiosidad y solvencia de los vecinos trujillanos permitió la llegada de diversas órdenes religiosas: mercedarios, franciscanos, dominicos, agustinos, jesuitas, clarisas y betlemitas, que construyeron sus iglesias y conventos, y a lo largo del siglo XVII llegaron a poseer haciendas, estancia, casas y solares, como reflejo de una época de prosperidad económica en Trujillo. Con las Ordenanzas de Reducciones del Virrey Toledo ( entre los años 1560 y 1570), se dio en el país un vasto proceso de “urbanización”, cuando los indios fueron avecindados en pueblos de patrón europeo con casas, barrios, plazas, iglesia y cabildos de naturales, surgiendo en las cercanías de Trujillo, los pueblos de Moche, Huamán, Mansiche, Huanchaco y posteriormente el pueblo de San Esteban de Mampuesto, conformándose una red de relaciones físicas y económicas entre la ciudad y su entorno, específicamente en el manejo de los recursos; y que se manifiesta no solo en la infraestructura y equipamiento (canales, caminos, áreas de almacén y aprovechamiento, etc.) sino también en el intercambio cultural de las distintas expresiones populares, vigentes hasta la actualidad. El terremoto de 1619 destruyó la ciudad en su totalidad. Su recuperación fue lenta, pues en 1639 el vecindario se quejaba de la pobreza a causa del terremoto. En el siglo XVII, Trujillo viene a ser la capital del norte del virreinato peruano. Fue sede de Cajas Reales con autoridad sobre Zaña, Piura, Cajamarca y Chachapoyas. Asimismo en 1614 llega el primer Obispo, Fr. Jerónimo de Cabrera, convirtiendo a nuestra ciudad en capital de Diócesis con jurisdicción sobre todo el norte peruano. Además Trujillo tenía los dos únicos centros de educación de enseñanza media y superior: el colegio de San Salvador de la Compañía de Jesús y el Seminario de San Carlos y San Marcelo. En 1684, frente a la amenaza de corsarios y piratas que saquearon los puestos de Guayaquil, Paita, Pisco y la ciudad de Saña, en cabildo abierto se acuerda la construcción a una muralla defensiva en torno a la ciudad. En 1687 se contrata la obra con el arquitecto italiano Joseph Formento, que inspirado en un diseño de Leonardo Da Vinci para la ciudad de Florencia, eligió la forma elíptica para ahorrar costos de su construcción. Siendo la agricultura, la base económica de la sociedad trujillana, la epidemia del trigo (1687) sume a la sociedad trujillana en una terrible crisis. Entonces los hacendados volcaron sus expectativas hacia la caña de azúcar, y los trapiches reemplazan a los molinos. La recuperación de la ciudad fue lenta y en 1724 la llegada de las carmelitas nos da un indicio de bonanza económica de la ciudad.


A mediados del siglo XVIII había en Trujillo cinco conventos de frailes : San Francisco, Santa Domingo, La Merced, Belén y La Compañía de Jesús, y dos conventos femeninos: Santa Clara y El Carmen. En 1785 se creó la Intendencia de Trujillo, demarcación política que abarcaba todo
el norte peruano, siendo Trujillo su capital. Sin embargo la decadencia de la ciudad ya había empezado, el mercado de Panamá se había perdido, y aparecieron nuevos polos de desarrollo económico como Cajamarca, Huamachuco y Lambayeque. En 1820, Trujillo protagoniza la independencia de la Intendencia de su jurisdicción, siendo el primer territorio peruano en liberarse del dominio español. Con la independencia nacional, Bolívar declara en 1826, la supresión de los conventos que tenían menos de 8 frailes. Sus claustros pasaron a cumplir funciones públicas: La Compañía, sede de la Universidad Nacional de Trujillo, San Francisco el Colegio Nacional de San Juan, La Merced como Corte Superior, San Agustín fue destinado para mercado y Santo Domingo a cárcel. Sólo los conventos femeninos se salvaron de esta secularización. Es en este contexto en que se construye el cementerio de Miraflores. La independencia trajo el libre comercio. Llegan a Trujillo comerciantes extranjeros, como Hoyle, Cox, Martin, Washburn, Albrecht, Gildemeister. Vino un nuevo florecimiento económico, siendo expresión de ello las casas de José Félix Ganoza Orbegoso en la plaza mayor (Centro Viejo) y la casa del General Manuel Iturregui (Club Central). La arquitectura de la ciudad fue marcada por el estilo neoclásico. Desde el último tercio del siglo XVIII la ciudad había empezado a crecer por dos sectores extramuros: la portada de la sierra y la portada de Mansiche. En 1872 se inició la destrucción de la muralla para dar inicio a las obras del ferrocarril y posteriormente con la ocupación militar chilena se destruyó el tramo entre Mansiche y Pedro Muñiz. Entre fines del siglo XIX y los años treinta del siglo XX, la ciudad vive un proceso de transición hacia el capitalismo y “la modernidad”, produciéndose un corte histórico en la evolución urbana de Trujillo. Hacia 1916 había desaparecido gran parte de la muralla y la ciudad había desbordado sus antiguos límites. Se produce la expansión urbana de los Barrios Chicago (ex fundo Santo Tomas de Villanueva), Miraflores (portada de Mampuesto), Pedro Muñiz. Posteriormente, se
incorporaron la Portada de Moche, la Bella Aurora, la Portada de Huamán y las Violetas.


El crecimiento de Trujillo se frenó entre 1932 y 1945, como consecuencia de la crisis económica (que determinó el cierre de las minas del interior), de la pugna y persecución políticas y de la consolidación del latifundio industrializado, alentado por las condiciones económicas generadas durante la primera guerra mundial. Iniciada la década del 30, y con motivo de la conmemoración del 400° aniversario de la fundación de la ciudad, se creó la Junta del IV Centenario de Trujillo, dotada de rentas especiales para ejecutar obras públicas, principalmente de mejoramiento urbano. Se construye el reservorio de agua de Pesqueda, las redes de abastecimiento de agua y colector de desagües, el pavimentado de las calles y se inicia la construcción de viviendas con fondos públicos. A partir de los años cuarenta se acrecienta la dinámica urbana, creándose los barrios de La Intendencia y Aranjuez. En 1948 se inicia el proceso de formación de asentamientos humanos periféricos al noreste de la ciudad: El Porvenir, La Esperanza, Florencia de Mora, sobre terrenos eriazos del estado. Hacia 1956 se empieza a planear y ejecutar urbanizaciones dotadas de obras sanitarias y pavimentación, en torno a la ciudad central. El escenario social - urbano aparece más diferenciado y se empieza a sentir el impacto del crecimiento poblacional, constituyéndose nuevos actores urbanos. Entre 1915 a 1956 la ciudad tiene 830 Ha, creciendo 600 Ha, a razón de 15 Ha/año; y entre 1956 a 1965 se incrementa en 400 Ha, a razón de 45 Ha/año, pero en l995 el Continuo Urbano de Trujillo alcanza una extensión de 5,000 Ha. Esta expansión del área urbana se efectúa simultáneamente a la adecuación de las áreas más antiguas y el centro de la ciudad a nuevas funciones a fin de atender necesidades crecientes en materia de comercio central y funciones administrativas y culturales, desplazando a la vivienda a nuevas áreas.

Como consecuencia del sismo de 1970 y de las acciones de Reforma Agraria se produce una fuerte ola migratoria del interior del departamento y de las zonas afectadas por el sismo, exhibiendo la ciudad una tasa de crecimiento anual intercensal (1961-72) del 7%. Trujillo es a la fecha, una ciudad mayor, que funciona como Capital Regional para un importante sector del norte peruano y ha adquirido las características y la estructura de una Área Metropolitana, particularmente dinámica. Es un territorio extenso y un espacio económico y social con recursos y potencialidades de importancia. Su Centro Histórico, viene sufriendo las presiones del desequilibrio que presenta su organización físico espacial, con un crecimiento monocéntrico donde se concentran las principales actividades económicas, político - administrativas y socio – culturales de la Metrópoli. Pese a todo Trujillo mantiene en pie parte de su Patrimonio Cultural y, por lo tanto, la perpetuidad de los valores histórico arquitectónico de los últimos cuatro siglos.

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